Andrea y Daniel nos convocaron para desarrollar el proyecto de diseño interior del departamento de 4 ambientes que acababan de comprar en Belgrano.
Luego de vivir más de una década en Pilar, decidieron volver a la ciudad para acompañar a su hija Belén en sus estudios de medicina. Otro ejemplo de cómo la vida cambia y nos hace cambiar. La elección de vivir en las afueras, que funciona ideal cuando los chicos son pequeños, se vuelve no tan ideal cuando crecen y empiezan sus carreras, y vivir lejos de la ciudad se convierte en un incordio y ya “la vida al aire libre” pierde un poco de prioridad.
La cosa es que al venir a la ciudad, buscaban también un cambio de estilo en sus espacios, un cambio de identidad. En Pilar tenían una casa súper rústica (que a Belén no le gustaba para nada) y en cambio acá querían un departamento moderno, casi minimalista. Me sorprendió el “casi”, pero entendí que era esa reserva para decir que no querían la frialdad del minimalismo más puro.
En este encargo se pone en evidencia lo que digo siempre acerca de las tres cosas que definen o condicionan un proyecto de interiorismo: las personas, la casa y el entorno. En este caso, las personas son las mismas, aunque hay una de ellas, Belén, que creció y tiene opinión, y quiere una casa bien moderna. En cambio, la casa y el entorno cambiaron por completo. No es lo mismo una casa en Pilar con techos de tejas y ladrillos a la vista, que un departamento moderno en pleno Libertador y Juramento. Claramente los interiores no pueden ser iguales en un caso que en otro, y ellos lo sabían a la perfección.
Así que sobre eso trabajamos: un living comedor súper glamoroso, el dormitorio de Belén muuuy personal en negros y rosas, con motivos astrológicos, el escritorio bien blanco y un mapa del mundo (¿como el que ella está empezando a descubrir?) y el dormitorio principal elegante y sobrio.
Es increíble como los cambios en las personas hacen necesarios cambios en los interiores. Y es increíble también cómo los interiores acompañan los cambios en nuestra vida.