A puro color

Pocas veces nos tocan clientes como Adelina. Acababa de comprar su nuevo departamento en Recoleta y quería diseñar los interiores de manera integral para mudarse sólo con las valijas. No tenía apuro por dejar el lugar donde estaba viviendo, así que nos tomamos tooooodo el tiempo del mundo para pensar y elegir cada detalle.

Nos escuchó en todo y aceptó gustosa cada propuesta y sugerencia, aún las más osadas. Lo único que nos dijo al inicio fue: “Quiero algo moderno pero a la vez elegante. Me imagino una base de colores y materiales clásicos, pero con detalles de mucho color. Me gustaría que cada ambiente tuviera un color distinto. Estoy abierta a escuchar todas las ideas”.

“Quiero algo moderno pero a la vez elegante. Me imagino una base de colores y materiales clásicos, pero con detalles de mucho color. Me gustaría que cada ambiente tuviera un color distinto. Estoy abierta a escuchar todas las ideas”.

¡A nuestro juego nos llamaron! No hay nada mejor que tener la libertad de proponer sin límites. No siempre los clientes están abiertos a escuchar propuestas que ni ellos mismos se imaginan que podrían gustarles. El miedo, muchas veces (¡¿miedo a qué me pregunto yo?!), no les permite entregarse al juego de la creatividad. Pero el miedo, sabemos, no es siempre un buen consejero. Bueno, Adelina no tuvo miedo para nada. Abrió el juego y, finalmente, hasta combinamos más de un color en algunos espacios. Usamos texturas, tramas, murales, textos. Y sin embargo, la elegancia y la sofisticación son las protagonistas en este departamento contemporáneo súper canchero y vibrante.

Les cuento una anécdota. En el living, habíamos decidido usar un azul petróleo con un rojo entre carmín y coral. Cuando le mostré la paleta se le iluminaron los ojos. Empezamos a elegir muebles y telas, pero yo no encontraba una pana del rojo exacto que buscaba. Entonces le propuse un naranja que con el azul quedaba divino también. Fue la única vez que la vi desilusionada, e insistía con el rojo, y le rojo. Bueno, seguí buscando hasta que lo encontré. Pasó el tiempo y un día ella ve, en una foto de perfil mía, a mi sobrinita con una camiseta de San Lorenzo. ¡Recién ahí se animó a confesarme que por eso había insistido tanto con el rojo! ¡¡Resulta que era recontra cuerva!! Y yo me alegré de haber caminado tanto para encontrar la tela, porque ese es el verdadero desafío del diseño interior: darle a los espacios el sentido que descubrimos en cada persona.

La frutilla del postre: no lo dejó al marido ir a ver nada (absolutamente nada) hasta que no estuvo todo terminado. Lo llevó recién el día antes de la “mudanza” (que de mudanza no tuvo mucho porque llegaron sólo con las valijas). ¡No saben la cara de asombro de Santiago!

Un verdadero placer trabajar con ella.